Capítulo 408. Las brujas y las tardes.

Descubro para mi sorpresa que cierta bruja de pluma inquieta y mente telepática se me ha adelantado y ha escrito la que iba a ser mi siguiente entrada en New Gon City. Un poema de Darío Jaramillo que, como bien dijo Karl Seven, podría ser un evangelio de mi propia vida. Algunos poemas tienen eso. Son catálogos de verdades en realidad. Ahí va otro catálogo de sir Larkin. No gustará a todos pero sí a gatos y brujas.

TARDES

El verano se marchita:
las hojas se caen  una  dos
de los árboles que rodean
al nuevo parque de juegos.
En los huecos de las tardes
las madres jóvenes se juntan
en las hamacas y en el arenero,
dejan libres a sus hijos.

Detrás de ellas, de vez en cuando,
aparecen maridos con trabajos cualificados,
un condominio de ropa para lavar,
y álbumes con la inscripción
Nuestra Boda, acomodados 
cerca del televisor:
delante de ellas el viento
arruina sus lugares de citas

que son todavía lugares de citas
(pero los amantes están en la escuela),
y sus hijos, tan concentrados en
encontrar más bellotas verdes,
esperan que se los lleven a casa.
Su belleza se volvió espesa.
Algo las está empujando
al costado de sus propias vidas.

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AFTERNOONS

Summer is fading:
The leaves fall in ones and twos
From trees bordering
The new recreation ground.
In the hollows of afternoons
Young mothers assemble
At swing and sandpit
Setting free their children.

Behind them, at intervals,
Stand husbands in skilled trades,
An estateful of washing,
And the albums, lettered
Our Wedding, lying
Near the television:
Before them, the wind
Is ruining their courting-places

That are still courting-places
(But the lovers are all in school),
And their children, so intent on
Finding more unripe acrons,
Expect to be taken home.
Their beauty has thickened.
Something is pushing them
To the side of their own lives

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