Capítulo 365. El pregonero frutero.

Louis Starving sabe que tiendo a entablar conversaciones bien entrada la noche y decide darme palique a eso de las dos de la mañana. Me he quejado al sindicato de fruteros selváticos. Louis Starving me "guasapea" con nocturnidad y alevosía y pega la hebra a esa hora en que los gatos ya tontean con la luna sobre los tejados.  Louis Starving boicotea mi sueño y me pide que le cuente cómo me va la vida. La vida del insomne me digo a mí mismo. Pero Louis insiste y se lleva por delante mi oportuna somnolencia para que le ponga al tanto de las aventuras de las gentes y el transcurrir de los días. Y así, acompañado por la insolente luz blanca de la pantalla y un repiqueteo constante de lluvia de letras le cuento a Louis mis flirteos de borracho con las farolas y describo, sin mucho acierto, cómo es el diálogo de la niebla con los puentes en la madrugada. 

Louis, siempre cordial y agradecido, me dice que está feliz y detalla con entusiasmo el día a día en su huerto de boniatos amazónicos. Los nabos de la jungla no tienen secretos para él. Es un maestro del puerro tropical. Tráete alguno cuando vuelvas Louis. Habrá que probarlos. Pero mejor a mediodía...





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