Capítulo 197. Nuestros pequeños inquilinos.

Aproximadamente 2 kilos del peso neto de un ser humano medio son debidos a microorganismos. Si amigos, estamos plagados de microbios. Tenemos todo un ecosistema bacteriano que vive en simbiosis con el ambiente que le proporcionan nuestros mas recónditos recovecos anatómicos. Y es que, como ya sabéis, la mayoría de estos pequeños inquilinos, viven a sus anchas en nuestro organismo estando especialmente a gusto en nuestro tracto intestinal y nuestras pieles, nuestras bocas, vaginas, fosas nasales, faringes, etc. Allí se asientan, se alimentan, se reproducen, leen el periódico y desarrollan sus actividades bacterianas rutinarias que, aunque en algunos casos son de dudoso gusto para los humanos, en otros son indispensables para llevar a cabo determinados procesos fisiológicos como la síntesis de algunas vitaminas o el metabolismo de ciertos carbohidratos. 

Nada de esto es nuevo. Desde hace mucho tiempo, el funcionamiento del complejo ecosistema intestinal formado por la simbiosis de poblaciones bacterianas con animales superiores ha llamado la atención de los científicos, sin embargo y desde el punto de vista humano, sólo desde hace un par de años sabemos algo mas sobre qué es lo que se cuece genómica y poblacionalmente hablando en nuestra propia flora intestinal. 

Hace un par de días estuve en una charla de Peer Bork, uno de los líderes del análisis de datos del consorcio MetaHIT. Este grupo de laboratorios se ha dedicado durante los últimos años a analizar el metagenoma del tracto intestinal en diferentes poblaciones humanas. Para aclararnos, un metagenoma es el conjunto de genomas que pueden encontrarse en un determinado nicho ecológico (río, suelo, etc.) o, si lo preferís, el conjunto de los genomas de todas las especies de seres vivos que habitan ese nicho. Bien, en 2011 el consorcio MetaHIT publicó un artículo en Nature describiendo 3 grandes grupos de metagenomas asociados al tracto intestinal humano a los que llamaron enterotipos. Ni la edad, ni el género, ni el peso, ni la distribución geográfica de los humanos afectan a nuestra población intestinal. Si miramos qué es lo que vive en los intestinos de las poblaciones humanas de orígenes diversos quedamos reducidos a 3 enterotipos intestinales: BacteroidesPrevotella y Ruminococcus que toman su nombre de los géneros bacterianos que predominan en cada uno de ellos. 

¿Y cuales son las causas de que haya esta división clara entre las poblaciones bacterianas moradoras de nuestros intestinos? Pues ni idea. No se sabe. Tampoco se descarta que estos enterotipos se redefinan en futuros trabajos porque este el primer artículo de metagenómica a gran escala del intestino humano y se ha mirado en un nicho ecológico muy concreto dentro del intestino. Pero lo que sí se conoce es que no todos favorecemos los mismos ecosistemas bacterianos en nuestro interior. Es mas, tambien sabemos que cada ser humano alberga especies bacterianas únicas de su propio organismo, exclusivas de sí mismo. Especies bacterianas nuevas y desconocidas dentro de vosotros mismos. Como lo oís, somos creadores involuntarios de nuevas criaturas perfectamente adaptadas a nuestro propio ecosistema personal. Si lo pensáis, la idea tiene hasta connotaciones filosóficas. Creo que pensaré sobre ello mientras me tomo un yogurt atiborrado de bifidus. 



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