Capítulo 257. Cartas a Nick Drake vol 3: Man in a Shed.

Querido Nick,
vuelvo a buscarte en una carta para confesarte que tengo una vida secreta mas allá del ruido y la feria. La guardo en mi refugio, bajo llave, detrás de esa puerta que a veces abro para liberar lo imprevisible, mi desazón, el agotamiento y la flema. Llámalo como quieras, la frustración del padre o la crisis de los cuarenta pero, en el fondo, es un combate contra mis propias fuerzas guareciéndome en un refugio con goteras y con la lluvia sobre mi cabeza. 

Nada me preparó para esto Nick. Tampoco nadie se detuvo frente a mí para explicármelo. No me pusieron una muñeca entre los brazos para entrenarme. Me dieron un balón, una palmada en el pecho y me dijeron: "Sal ahí fuera, aprovecha tu tiempo y trabaja por el equipo." A los hombres no nos han enseñado a ser padres, Nick. Nadie nos educó socialmente para cuidar niños. Nos dijeron que nuestro tiempo era nuestro pero eso no es cierto si eres padre. Los hombres de mi generación aún lo tenemos que ir aprendiendo sobre la marcha y empezamos a construir desde cero. Levantamos refugios raquíticos y bienintencionados para cobijar a nuestros hijos pero el trabajo de peón de construcción educativa es duro. Y no solo para mí, Nick. Por lo que leo entre las líneas de los otros, construir su refugio también les resulta un camino en ocasiones áspero y lleno de obstáculos. Pero pocos lo dicen. Todo son sonrisas en el teatro social de la realización y la felicidad.

Querido Nick, la frustración está garantizada cuando uno está pensando en las cosas que podría hacer si no tuviera que cuidar de sus hijos. Estoy aprendiendo a manejar esto con cierta serenidad. No me va mal del todo dadas mis limitaciones naturales, pero se agradecería algo de colaboración desde ahí fuera. Toneladas de literatura dirigida a las madres y al desarrollo educativo de los hijos devoran al tema de la paternidad que aún no ha merecido tal derroche. Si además descartamos todo aquel material que desborda cursilería y sinsentido el catálogo queda reducido a algo anecdótico. A ellas, en cambio, sí les dieron herramientas para empezar a construir desde pequeñas y, ahora, tienen casas de ladrillo bien asentadas en su inconsciente. Combaten contra la culpa que habitualmente martillea sus cimientos pero, aquellas que ya rompieron el espejo social, se defienden en corros femeninos compartiendo lo que sienten con valentía. Me gustan esas madres Nick, no exhiben familias de anuncio. Son de carne y hueso.

Nick, puede que me equivoque, pero creo que la frustración por el tiempo libre perdido es para los padres lo que la culpa es para las madres. Pero nadie habla de ello. Y menos los hombres. No encontré corros de hombres en los parques hablando sobre los imprevistos sentimientos a los que te lleva la paternidad. Tu tampoco los encontrarás Nick. Apuesta por ello. Y sin embargo, sé que algunos lloran mirando al suelo derrotados bajo su escuálido refugio. O en la cama al final del día tras verse vencidos por el viento. Pero eso no se puede decir. Las familias de plástico les apuntarían con el dedo.

Nick, no sé donde me llevará todo esto pero tal vez tengas razón y deba seguir tu consejo. Te haré caso una vez mas. Tal vez sólo sea cuestión de mostrar mi refugio a la chica de la casa de ladrillo. Tal vez ella lo encuentre acogedor. Quién sabe, quizás ella seque la lluvia mi cabeza, aprecie mis goteras y me ayude a repararlas.

Volveré a escribirte Nick. Cuídate mucho, sabes que sigo echándote de menos.

Gon

Well, this story is not so very new
but the man is me, yes, and the girl is you.
So leave your house come into my shed,
please stop my world from raining through my head.
Please don't think I'm not your sort,
you'll find that sheds are nicer than you thought.


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