Capítulo 288. Las Confesiones del Escriba Nocturno.

Hoy te confesaré algo ingrato que quizá ya intuíste al pasar por aquí. No escribo para tí en la noche, escribo para mí. Lo hago cautivado por la promesa de libertad que me ofrece el papel en blanco, porque no puedo evitar escribir, porque sale solo. Surge conmovido y surge sin esfuerzo como un baile osado al ritmo nocturno del silencio.

Escribo por el placer de hacerlo, por las preguntas en vida, por no olvidar lo humano y jugar con rimas, por las mujeres sabias y la luna blanca, porque sigo a ciegas una melodía. Escribo para declarar digno mi mundo y legitimar sus proezas, lo proclamo libre de ataduras y barro mis defensas, escribo para besar a las flores, purgar mis errores y cuidar de las bestias.

Contra el frío y la ventisca, escribo contra mi muerte anunciada, contra el miedo doliente y la infancia olvidada, contra el irracional, el siervo, el muerto y el clarividente. Y encaro a ese ignorante atrevido que dice "yo escribo" que sin medir talento ni torpeza lanza metralla de simplezas. Palabras dulces mis esclavas para vencer mil demonios y vadear aguas bravas.

Esta es mi confesión. Escribo para mí. Ojalá puedas perdonarme porque aquí no hay nada para tí. No sigas mi rastro obstinado, no tienes por qué hacerlo. No espero lectores porque no los tengo.


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