Capítulo 21. I+D en el parque.

Con esto de reproducirse a uno le da por pensar qué debe hacer con esas pequeñas criaturas que pululan a su alrededor y de las que, aparentemente, es responsable. Dada mi escasa experiencia voy tirando de sentido común y de ir tomando nota de lo que voy viendo por ahí fuera y que me parece bien. Esto es útil para resolver pequeñas situaciones diarias pero la pregunta que surge de fondo es ¿cual es el objetivo final de todo esto?¿qué merece la pena transmitir al final a las criaturas?¿qué les puedo yo dar para su propia vida?

Dado que en los parques públicos se observan muy bien las relaciones de padres e hijos decidí comenzar mi investigación allí. He visto que hay padres que cuidan responsablemente de sus hijos siguiendo un esquema tradicional. Él parece decir: "Aprende de mi. Soy hombre y, por lo tanto, soy serio, eficaz, racional, seguro de mi mismo y trabajador. Te educaré y jugaré contigo porque te quiero". Ella suele acompañar diciendo: "Aprende de mi. Soy mujer. Soy sensible, cálida y cariñosa. Te daré ternura, te cuidaré y te educaré porque te quiero". Este esquema clásico se sigue viendo mucho en los parques.

Hay otra escuela en la que ambos padres tienen sus roles menos marcados. Este tipo de padres son tan buenos como los anteriores y parecen decir al unísono: "Mírame, soy el adulto en que te convertirás.  Fíjate en lo que hago. Imítame.". Suelen acompañar esto dando buen ejemplo a sus hijos y ayudándoles siempre que les necesitan. Pero yo no acabo de ver la respuesta a mis preguntas en ninguno de los dos casos. ¿Qué es lo que se debe transmitir?¿Educación?¿Normas de conducta?¿Unos determinados valores éticos?¿Un modelo a seguir? 

Yo aún no se cual es la respuesta. No se si la hay. Lo único que se es que me gustaría que las criaturas cuando crezcan hubieran percibido en mi algo parecido a esto: "Asi es como yo he vivido. He sido feliz. Encuentra tu propio camino." Espero no tener que empujarles y que sean capaces de tomar su camino por propia iniciativa. Tambien espero tener el valor de dejarles marchar libremente y sin trabas. Aunque sea con el corazón en un puño.