Capítulo 101. El misterioso caso de los tomates insípidos.

Louis Starving es un viejo amigo. Trabaja en la frutería que está justo al lado del Ayuntamiento de New Gon City y es un experto en toda clase de verduras y hortalizas. Acudo a menudo a su comercio y él suele contarme anécdotas interesantes sobre la mercancía que vende y los cultivos orgánicos. A Louis siempre le han preocupado sus tomates."Alcalde, los tomates ya no saben a tomate. No saben a nada. No son como los de antes"- me dice. Y tiene razón. Es algo enigmático lo de los tomates insípidos y, como alcalde de la ciudad, me propuse aclarar el misterio.

Mis primeras pesquisas me llevaron directo a una serie de respuestas ya clásicas: es por los pesticidas, es porque no están cultivados de forma orgánica, es porque los conservan en cámaras frigoríficas, es porque son de mala calidad, es porque son transgénicos. Todo esto sin pruebas lo cual es poco convincente para un alcalde excéptico como yo aunque, sinceramente, yo no tenía evidencias para refutar estas respuestas. Pero ahora sí que las tengo. La falta de sabor de la mayoría de los tomates que consumimos quedó explicada en Junio de este año en la revista Science. El artículo completo es de pago pero podéis acceder aquí al resumen.

Resulta que el tomate que generalmente comemos, ese tomate redondo, rojo y liso que no sabe a nada, corresponde al fenotipo que se conoce como u, por uniform ripening, que, en castellano, quiere decir maduración uniforme. Vamos, que son plantas cuyos tomates se ponen rojos homogéneamente y, por lo tanto, son mas estéticos, mas atractivos y más cómodos de recolectar al poder hacerlo de forma simultánea. Bien. Estaréis conmigo entonces en que las plantas de tomate de tipo u han sido seleccionadas por los humanos por motivos claros.

El caso es que en el artículo se demuestra que las tomateras del tipo u portan una mutación espontánea que afecta a un gen llamado SIGLK2 que está involucrado en el desarrollo de los cloroplastos. Este gen esta truncado (no funciona) y dado que controla la biogénesis de los cloroplastos, las plantas u tienen menos cloroplastos y son menos verdes, además de tener un color más parejo. A consecuencia de la disminución en el número de cloroplastos, los frutos de las tomateras de la cepa u hacen menos fotosíntesis y, por lo tanto, sintetizan menos azúcares y carotenoides, lo que repercute de manera negativa en las características de aroma y sabor de estos tomates. 

Una vez que los científicos descubrieron que las plantas u son mutantes espontáneas y eso podía afectar al sabor de los tomates, trataron de validar su propia hipótesis. Para esto, introdujeron una  copia intacta del gen SIGLK2 en el embrión de un ejemplar u, lo crecieron y...¡eureka! Los tomates recuperaban la calidad del sabor y, obviamente, perdían la maduración uniforme. Los científicos fueron capaces de revertir al fenotipo U no mutante a partir del cual se obtuvo, por selección humana de cultivos, el insípido fenotipo u.

En resumen, ¿por qué los tomates que comemos no saben a nada? Bueno, es el precio que pagamos porque sean mas bonitos, maduren uniformemente y puedan cultivarse cómodamente a gran escala. Conclusión: nos alimentamos con mutantes, de hecho, llevamos haciéndolo durante milenios. Y aquí estamos. 

PD. Tras el éxito de mi investigación agrícola fuí ayer a ver a Louis Starving para contarle la resolución del caso de que los tomates insípidos. Pero resultó que no estaba. Se ha ido a recolectar mangos y guayabas a la selva. Aunque esa es una historia que os contaré en otra ocasión...