Capítulo 231. Sabelotodo, PhD.

Los científicos somos ese grupo de personas que, normalmente, tenemos nuestro conocimiento concentrado en un área muy particular de la ciencia. Nuestra formación es muy larga y especializada y se centra en resolver problemas muy concretos asi que, en general, no podemos decir gran cosa de otras especialidades científicas mas allá de lo que hayamos leído por curiosidad innata o escuchado en alguna conferencia. Dicho de otro modo, el físico de partículas sabe de partículas subatómicas pero no suele tener un profundo conocimiento de la física de la materia condensada o de biofísica. De igual manera que el entomólogo no suele ser experto en arrecifes de coral del Pacífico o el biólogo molecular no siempre tiene por qué dominar conceptos avanzados sobre teoría evolutiva. Nuestra extrema especialización se ve aún mejor si ahondamos en los detalles. Los estudiosos de una determinada familia de proteínas pueden no saber casi nada sobre otras familias de proteínas y, los oncólogos expertos en tumores cerebrales pueden no serlo en el tratamiento de tumores endocrinos. Los hombres del renacimiento suelen ser ya muy escasos y, generalmente, la mayor parte de los científicos no pueden dar opiniones científicas de peso mas allá de su área de trabajo. 

Pero es curioso, hay personas que, en ocasiones, parecen olvidar esto y es entonces cuando se producen situaciones divertidas. El científico se convierte en un ser legendario y sapientísimo capaz de responder las preguntas mas descacharrantes que os podáis imaginar. En mi caso la cosa empieza a oler mal cuando alguien se te acerca y te dice "Oye Gon, tú como biólogo..." y al escuchar esto uno piensa "Ay madre...". Y es que yo "como biólogo" he tenido que hacer frente a preguntas tan insólitas como ¿por qué las avispas comen carne?¿por qué los gatos duermen tanto? o, y esta es mi favorita, ¿por qué hay tantas hormigas en el mundo? Y, todo esto, teniendo en cuenta que ni siquiera soy zoólogo. 

Tambien se producen situaciones rocambolescas cuando alguien creyendo saber a qué te dedicas exactamente "expande" los límites de tu formación y te convierte en un genio que haría temblar al propio Leonardo Da Vinci. Ahí es cuando uno se ha tenido que poner a interpretar análisis clínicos porque "tú que eres casi médico podrás explicarme qué significa esto" y surgen frases como "tú que eres informático podrás decirme qué le pasa a mi ordenador". Y lo cierto es que ni soy médico, ni sé interpretar análisis de orina con rigurosidad, ni soy informático, ni sé qué les pasa a los ordenadores. Pero ahí están. Esas personas tan generosas que insisten en otorgarnos licenciaturas y doctorados como quien se fuma un puro. 

Este fenómeno parece afectar a muchos colegas científicos. Criso, Nu y algún compañero de trabajo me han comentado casos parecidos en mas de una ocasión y, curiosamente, personas mucho mas sabias y eruditas que nosotros no sufren este fenómeno simplemente porque no trabajan en ciencia. Y yo ya no sé qué hacer. Hay mucha leyenda en nuestra profesión y demasiados científicos omniscientes (e inverosímiles) en el cine y la TV. Supongo que tendré que dar las gracias a estas personas que piensan que por ser científicos sabemos muchas cosas y decirles, muy amablemente, que se equivocan. Les recordaré entonces que Descartes decía "Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro." e insistiré en que yo también lo haría... aunque sólo fuera por poder saber por qué hay tantas hormigas en el mundo.

PS. Por cierto, para los interesados en temas de igualdad de género y ciencia, esta semana hay un especial Women in Science en la revista Nature. Gratuito y libremente accesible para hombres, mujeres y otros animales.