Capítulo 218. NGC 57 AM vol.6 - Lingiari

¡Buenos días en otra velada en la Cabaña!

Reuníos queridos neogonkinos, os contaré una historia al ritmo de la música. Ocho años de larga historia sobre orgullo y poder.

El inglés Lord Vestey y Vincent Lingiari, eran hombres opuestos en bandos opuestos. A Vestey le rebosaban la cartera y la cintura; la carne era su negocio y ampulosa su mansión. Vincent era hombre llano y de pocas palabras; sin cuenta corriente y lecho sobre tierra virgen.

Los Gurindji trabajaban nada más que por el rancho, donde en otra época habían disfrutado las riquezas de la tierra. Día a día la presión se hizo más y más asfixiante, y los Gurindji decidieron que debían plantarse. Hicieron el atillo y emprendieron la marcha. Y en Wattie Creek montaron una sentada. No sería relevante de entrada, pero seguro que pronto se correría la voz. Primero en su territorio y después en la ciudad.

Vestey les dijo: "Os doblaré el salario, y os llevaréis siete libras al bolsillo". Vincent dijo: "Oh, oh, no estamos hablando de salarios; estaremos aquí sentados hasta que recuperemos nuestra tierra". Vestey gruñó y Vestey rugió: "Tenéis menos posibilidades de aguantar que una brasa en la nieve". Vincent dijo: "Si nosotros caemos otros se levantarán".

Entonces Vincent Lingiari montó en un avión y aterrizó en Sidney, gran ciudad resplandeciente. Salía a diario a contar su historia a hombres y mujeres de todo tipo y condición. Y Vincent llegó a reunirse con importantes políticos. "Esta disputa es un asunto de estado le dijeron, déjenos resolverlo a nosotros, su gente está hambrienta". Vincent respondió: "No gracias, sabemos esperar". Y así Vincent Lingiari regresó en avión, de vuelta a su tierra a unirse a la sentada de nuevo. Y le dijo a su gente: "Dejad que las estrellas sigan su curso; tenemos amigos en el sur, en pueblos y ciudades".

Pasaron ocho años, ocho largos años de espera. Hasta que un día un desconocido hombre alto apareció en su tierra. Su nombre era Whitlam, venía con abogados y gran ceremoniosidad. Y a través de los dedos de Vincent esparció un puñado de arena.


Esa fue la historia de Vincent Lingiari, pero esta es la historia de algo mucho más allá. De cómo el poder y los privilegios no pueden desplazar a la gente que sabe cuál es su sitio y cuáles son sus derechos. Y es que... de pequeñas cosas, crecen cosas grandes... de pequeñas cosas, crecen cosas grandes...

(pinchad en la foto)

La música parecía un cuento de niños, pero no… la fascinante historia de Vincent Lingiari y los Gurindji. Que hace 40 años, no cientos. Y no será conocida en nuestras tierras hasta que un Spielberg australiano se lance a conmover al mundo bajo el título de "Lingiari". 

La casualidad quiso que pudiera emocionarme con la retransmisión en directo de este momento mágico y así fue como me encontré con Paul Kelly, y expié mi pecado de no conocer a este veterano cantautor australiano que carga buen botín de joyas a sus espaldas; pero... ¿veo ilusiones o es esa mi añorada Maggie O'Connell? Revivo tantas veces cuando mi primo me la presentó... no, no es ella, sino la angelical Missy Higgins. Definitivamente, cuánto por conocer en la música australiana (!), cuántas cuentas pendientes en esta Cabaña. Y entonces decidí ir a hacer una estancia a Melbourne. Pero acabé en Boston y John Butler Trío telonenaba a la Dave Matthews Band en el TD Garden. Y todo cobró sentido, porque de pequeñas cosas, crecen otras grandes...


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